Mucho se habla sobre la lectura: que desarrolla el sentido crítico y es fuente de recreación, que desarrolla la creatividad, la capacidad de comunicación, la posibilidad de adquirir conocimiento y comprensión del mundo y que ayuda a formar la autonomía de las personas. Mcho se escribe sobre la lectura y se afirma que desde la escuela se le propicia con diferentes propósitos desarrollando estrategias vinculadas con los “quehaceres del lector” ante cada situación y frente a cada tipo de texto. Leemos para informarnos, leemos para aprender, leemos para recrearnos, etcétera. Pero
¿cumplimos a conciencia nuestro rol como docentes?,
¿cumplimos con crear las condiciones que favorezcan el aprendizaje de la lectura?,
¿conocemos los intereses y necesidades básicas de cada niño? Sinceramente, creo que no estamos generando espacios privilegiados para la lectura en el aula como se debe, no estamos compartiendo lecturas significativas para cada uno con su grupo de pares, narrando o leyendo en voz alta, realizando proyectos de lectura o narración, desarrollando proyectos de lectura en voz alta como: teatro leído, favorececiendo la inmersión de los alumnos en el mundo literario y en la creatividad literaria, de modo que no sólo logren un goce estético en las lecturas de obras literarias sino que, también encuentren en ellas un instrumento valioso para su propio desarrollo personal. Considero que nos falta mucho para poder potenciar la lectura, sus funciones y efectos sobre la formación integral de las personas que tenemos a nuestro cargo en el aula. Seamos mediadores entre los libros y los niños, invitémolos con pasión a la lectura, respetemos sus gustos literarios, comuniquemos con entusiasmo esta afición, esta indispensable forma de vida. Sólo así estaremos cumpliendo a cabalidad el rol que hemos asumido en nuestra sociedad, sólo con niños lectores en el futuro tendremos un país distinto.